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Día de la Madre

Hace un par de años escribí una dedicatoria para el Día de la Madre. Pretendía felicitar a todas las madres que conozco y admiro pero sobre todo a miles, millones de madres en todo el mundo que luchan cada día por salir adelante, por procurar lo mejor para sus hijos.

Hoy me acuerdo de las mamás de niños enfermos, que se dejan literalmente la piel en hospitales, en noches interminables, pienso en las valientes mamás de la  Fundación Menudos Corazones. 

Tengo un recuerdo muy especial para las madres de lo que aquí llamamos “tercer mundo”, debe ser durísimo no tener qué ofrecer de comer a un hijo. Pienso en las madres que viven en zonas de conflicto, en aquellas que con el mundo en contra crean vida; en las que llegan cansadas a casa y se tiran en el suelo a jugar con sus hijos;  en las que están tristes por dentro pero siempre tienen una sonrisa que regalar; en las que se les parte el alma al dejar a sus pequeños con fiebre pero no tienen más remedio de ir a trabajar.

Y pienso en un sistema que no se lo pone fácil a las mamás, un sistema que admira a la supermujer pero no a la supermadre. Se nos exige cada vez más pero no se nos dota de herramientas. Todos queremos unos niños más felices, unos ciudadamos más comprometidos, unos adultos más conscientes pero ¿nuestro sistema nos da el  tiempo y el espacio necesarios para educar y formar a nuestros hijos como realmente creeemos que debemos hacerlo?

Conozco casos de despidos por embarazo,  casos de bulling después de una baja de maternidad y casos en que se sugiere a la embazarada que la baja sea breve si quiere volver a su puesto. Lo natural sería que una mujer se sintiera libre para dedicarse a su bebé durante su primer año de vida, sin sentir que está descuidando su carrera profesional y sin temer no recuperar su trabajo cuando este periodo se acabe.

En nuestro sistema actual, ¿dónde queda el tiempo para  la lactancia materna, la crianza con apego, la transmisión de valores en casa, los ratos para jugar, experimentar, aprender y formar? En definitiva para hacer unos niños más felices, más conscientes y unas madres menos frustradas, más conectadas emocionalmente con sus pequeños. Sin duda haríamos entre todos un mundo mejor.

Esta fue mi dedicatoria, escrita desde el corazón:

A todas las madres, a las madres que hacen de madre y padre, a las
que están lejos pero las sentimos cerca, a las que se marcharon pero se
quedaron para siempre en nuestra vida, a las que hacen de hadas
madrinas y nos cuidan siempre, a las que nunca les hemos dicho en
realidad lo importantes que son en nuestra vida pero sin las que sería
mucho más difícil vivir, a la mujeres que tienen la valentía de traer a
este mundo un ser humano aún en las condiciones más duras, a las que
guían, reconfortan corazones y alimentan el alma, a todas mi gratitud,
mi admiración.

Si te gusta compártela, la escribí para todas las madres del mundo y déjame tu comentario, seguro que tienes algo que decir.

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